Ramón Conde

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La obra inicial que hizo para Andante tenia la figura de bronce y en una posterior fase la sustituyó por otra de resinas dándole una pátina verdosa a todo el conjunto.

Ramón Ángel Conde Bermúdez, Ourense 1951

RAMÓN CONDE

Artista autodidacta nació el 18 de diciembre de 1951; sus primeras obras fueron de pintura y reflejaban un interés por el expresionismo, el surrealismo, la fascinación por el psicoanálisis y –como no, dada la juventud– un interés sexual explosivo.

Su interés en la narrativa personalizada facilitó el paso a la escultura, donde los personajes se corporeizan de tal forma que pierde interés el contexto y sólo existe dicha forma.

Su contacto con un mundo rural, el encuentro con una naturaleza que se me antojaba virgen, con el románico y el barroco popular hace que muchos años después cuando viaja a México, y conoce la obra de Frida Kalho estas influencias le lleven a un cambio radical de obra reflejando personajes como salidos de la tierra, escenas colectivas, en definitiva –sin perder el bagaje anterior– crea un universo que debía mucho a la cultura popular.

Coincide con artistas como Arturo Baltar –de cierto sentido Naïf– quien produjo retablos y pequeñas instalaciones de carácter poético.

Con la vuelta al medio ciudadano, su interés artístico fue evolucionando hacia visiones mucho más realistas y desprovistas de cualquier elemento literario. Esto no sólo se refiere a las ropas u objetos, sino incluso al pelo que, como objeto muy sujeto a modas, termina definiendo épocas.

Adopta cierta disciplina el aprendizaje de la anatomía, al punto de llegar a crear obras como máquinas de torsión, sin disminuir en ningún momento el interés por las expresiones faciales como motor de comprensión de toda la obra. 

El siguiente paso fue una mezcla de contradicciones: juntar en un mismo personaje la plasmación de la fuerza y la blandura, lo musculado y lo fofo, el carácter masculino y femenino, lo joven y lo viejo. Esta especie de personaje contradictorio y compendiador, universal y sintético, en cierto aspecto, constituyó la esencia de su obra casi hasta el presente.

Evidentemente, algunos aspectos tardaron más en desarrollarse que otros. La apariencia femenina o andrógina fue anterior a la claramente masculina. Lo viejo fue antes que lo joven.

Algunas de estas obras están instaladas en espacios públicos, donde encajan bien en nuestro entorno porque su aspecto geológico evoca nuestras montañas redondeadas, llenas de rocas protuberantes y transmiten una sensación entre suave y poderosa.

En la década de los 80 comienza a realizar un tipo de obra de evidente proyección biográfica. Eran paternidades, donde un hombre joven y musculoso protegía o cuidaba a un infante. Eran obras de fuerte impacto emocional, del que hay algunos ejemplos en espacios públicos.

Hubo épocas, sobre todo en obras de gran tamaño, que le tientan los aspectos arquitectónicos, la pureza de volúmenes y de líneas y el perfecto acabado. La escala, como ideal, siempre es la monumental.  Aparece el interés por la policromía –con la característica singularizadora que tiene– con el color uniforme, que subraya la forma.

Una característica de su obra mas reciente es la creación de obras o grupos que establecen relaciones entre sí en un espacio determinado, creando una especie de mundo paralelo, al que podemos observar, pero no participar.

ramon conde y yo
ramon conde y yo bis
ramon conde