Los humanos somos unos seres complejos. Cada uno de nosotros, cuando nacemos, ocupamos un lugar en el mundo, un lugar completamente distinto del de los demás, y vivimos una novedad absoluta, que ni antes ni después podrá repetirse. Nos recordaba Hannah Arendt que a la pregunta ¿Y tú quién eres? cada uno puede responder con un relato único, y esa novedad es la prueba de que cada uno de nosotros puede introducir en el mundo algo nuevo y diferente. De esto que estoy diciendo es prueba fehaciente esta asombrosa colección denominada “ANDANTE”.
Afirmaba Henri Matisse que cuando pintaba una puerta, o cualquiera otra cosa, estaba pintando su autorretrato. Otro tanto podían decir los escritores cuando escriben una novela o los arquitectos cuando construimos una casa, porque nos estamos autodefiniendo, estamos en cierto modo expresando quiénes y cómos somos, estamos plasmando, aún sin saberlo, nuestro particular autorretrato.
A los artistas, en general, les debemos, junto a los científicos, el haber llegado hasta aquí. Yo siempre admiré ese extraño don que poseen para con un trazo, una pincelada de color, una nota musical, una palabra, un acento, un simple gesto, una mirada,…. un grito o un simple quejío, como dicen los flamencos, revolvernos las entrañas y emocionarnos. Y también la imaginación que poseen para elevarse y volar y descubrir otros mundos. Y esto podemos, como no, hacerlo extensivo a los autores de esta muestra.
También, a todos ellos, tenemos que reconocerles y agradecerles su capacidad para transitar por el más allá y su generosidad para volver y contarnos lo que allí vieron. Eso, los que vuelvan, porque muchos se han quedado colgados, de sus visiones, de por vida, como es el caso de Van Gogh y tantos y tantos otros que conocemos.
También, como ocurre con los científicos, los artistas suelen estar en su mundo, “out”, fuera de la realidad,…, pero siempre dispuestos a saltarse su ego personal y levantar y enarbolar la bandera de la libertad y de la solidaridad, participando constantemente y respondiendo a cualquier llamada que requiera su generosa participación, como lo prueba esta muestra.
Una muestra que es el resultado de una convocatoria, también muy generosa, realizada por Ramón Álvarez a los más diversos artistas y la unánime respuesta de todos ellos.
Y ¿todo ello para qué? En el caso de Ramón para recordar su experiencia de juventud y su admiración por sus paisanos: los artesanos de Allariz y de Monforte, que elaboraron estas hormas y que, a partir de unos toscos trozos de madera, fueron capaces de tallarlos, amoldarlos y ajustarlos a los diferentes tamaños que los pies de cada persona requiere.
En el caso de los artistas para dejar patente que a partir de un elemento común, la horma, se puede esculpir lo que cada uno lleva dentro y mostrarnos su singular autorretrato, que decía Matisse.
Mi más sincera felicitación a los autores de estas obras, a Ramón promotor de la idea porque, como tan certeramente afirmaba Nietsche, la Vida sin Arte sería un error, un error muy grave que entre todos debemos de evitar, como ocurre con esta original colección y sus continuas exposiciones.
CÉSAR PORTELA
PREMIO NACIONAL DE ARQUITECTURA
El proyecto expositivo llevado a cabo por el arquitecto Ramón Álvarez, que provoca la participación de un notable grupo de artistas que trabajan a partir de un molde o horma de zapato hasta transformarlo en un objeto de arte, demuestra la gran vitalidad “ideativa” y compositiva y el gran espectro poético, en sentido profundo que está detrás de la creación artística. Ramón Álvarez, a partir de la idea en cuestión, está creando una colección “abierta, atemporal y democrática”, como él mismo confiesa, y ahí se ve como un grupo de pintores, escultores, fotógrafos y arquitectos son capaces de ofrecer nuevas formas ex nihilo, con ampliación y ruptura de límites, has conseguir lo que Wladyslaw Tatarkiewicz entendía por novedad, aquello que representa nuevas concepciones con consecuencias de gran alcance o trascendencia. Y si hablamos de creatividad artística, más allá de la doctrina platónica del “entusiasmo” o “inspiración divina”, tal vez aquí, delante de la obra de los artistas que trabajaron los moldes de zapatos, podamos acudir con mayor verisimilitud a la interpretación psicoanalítica que contempla el artista dotado de extrema libertad personal y moral, cultivador de elementos emotivos y dueño de una mentalidad sofisticada. Ya decía Picasso que el artista “es un receptáculo de sentimientos vengan de donde vengan” – cosa obvia-, pero contemplando las obras sobre hormas de zapato, yo me identifico plenamente con la conceptualización que hace Umberto Eco dirigida, en este caso, a la creatividad literaria; es decir, tenemos tres posturas existentes: la tensión irracionalista, la tensión racionalista y la que es resultante de la compatibilización de ambas. Y todo esto, en esencia y presencia, es lo que consiguieron-algunos y algunas de manera memorable- los artistas participantes en este proyecto de Ramón Álvarez, verdadero instigador de originalidades, inventivas, productividades, subjetividades, estrategias, fantasías, imaginaciones, genialidades y descubrimientos artísticos.